Nuestra fundadora nos anima a penetrar la realidad del mundo, a dejarnos interpelar por las voces de los que sufren y a entrar en el corazón de Dios. Para ello nos ha dejado la Congregación que es un “Proyecto de Vida y de Misión”. Decirlo así, es una forma radical de hablar de la Congregación, porque significa buscar su compromiso en lo más hondo, lo más originario, lo más nuclear, la primera y última razón de su ser. “Trabajar en los designios de amor que Él tiene para los pueblos”. “Esto es lo que pide de nosotras el Divino Salvador, es el único fin de la existencia de esta pobre Congregación”. (C.1840- Intr. C)
Vivencia de los Consejos Evangélicos a través de los cuatro votos, medios para concretar su SEGUIMIENTO y compartir SU MISION, centradas en SOLO DIOS
Por el fin del instituto y por el cuarto voto, nos comprometemos a:
Este « Vivir » nos conduce, como a Jesús Salvador:
A hacer:
A privilegiar la FRATERNIDAD como espacio en el que las hermanas intentan vivir la comunión trinitaria. «un solo corazón y una sola alma » con sus hermanas y hermanos, en un mismo carisma y espiritualidad: la centralidad del SOLO DIOS, para el servicio de los pobres: “Padre, es por Dios que os dejo, quiero servir a los pobres”. (Emilie de Villeneuve)
A la vivencia de los Consejos Evangélicos a través de los cuatro votos, medios para concretar su SEGUIMIENTO a Jesús Salvador y con un cuarto voto por el que comparten SU MISION, centradas en SOLO DIOS, vivida con radicalidad, hasta el don de su vida, si fuera necesario.