Roma, 15 de enero de 2012

 

 

«Trabajarán sin descanso con el fin de animarse del espíritu

y de los sentimientos de nuestro Señor Jesucristo» (cf. 1840 - 99).

 

Queridas hermanas y hermanos:

 

El primer motivo de esta carta es la fiesta de la Presentación de Jesús en el Templo. «Y cuando se cumplieron los días de la purificación según la ley de Moisés, lo llevaron a Jerusalén para presentarlo al Señor» (Luc 2, 22-23). Este 2 de febrero de 2012, marca en varios países, el décimo quinto año de la jornada especial de la Vida Consagrada. El don total de Jesús a su Padre, simbolizado por esta Presentación en el Templo, es modelo para todo hombre y mujer que consagra su vida al Señor. En unión con la Iglesia, quisiéramos llegar a cada una (o), con un gran cariño y dar gracias a Dios por su amor gratuito y por las maravillas que no cesa de ofrecernos en nuestras vidas. También queremos llegar a los laicos (as) llamados por el Bautismo a manifestar el mismo Evangelio del Señor por su vocación específica.

El segundo motivo es la rica experiencia espiritual hecha durante los distintos talleres organizados en todas las Provincias, que nos anima a mirar de modo distinto el momento favorable que vivimos. Acercarse cada día, un poco más. Continuar estos encuentros en nuestra misión. Ser tu cuerpo que vive hoy, en cada lugar donde te servimos. ¿No es acaso el ejemplo concreto que nos deja Emilie en su camino de fe?

El tercer motivo no menos importante, se refiere a nuestras jóvenes reunidas en Mato Grosso en el SIPT de América Latina, esperando el de África en julio – agosto próximo. Queridas jóvenes, gracias por vuestro generoso y total SI a la llamada del Señor Jesús. Estamos cerca de vosotras en la respuesta a la llamda con un compromiso radical en el espíritu del «Sólo Dios» en cada circunstancia. Este don radical hará de vosotras, mujeres felices. El mundo necesita la fidelidad de vosotras a Cristo; “Manténeos enraizadas en El, firmes en la fe”. (Col 2,7). Que María sostenga y acompañe vuestra juventud consagrada definitivamente. Que la misma interpele y entusiasme a otras jóvenes.

 

-        Emilie, dinos ¿cómo parecernos a tí, cada día más en tu camino de fe?

 

Toda la vida de Emilie ha sido una elocuente expresión de la presencia de Cristo. Es como un Evangelio que se desarrolla en el vivir diario. Ella no llegó al estado de santidad sino por su FE, vivida a menudo en grado heroico. Dios está constantemente en sus pensamientos, en sus deseos, en sus decisiones; la dirige y la orienta. Emilie desarrolló su capacidad de amar, en sus relaciones vividas en libertad, generosidad, gratuidad, misericordia, perdón y oblación, en una fe desnuda, libre de toda sensibilidad.

 

Esta fe se manifestó desde su vocación. Cuando sus consejeros se declararon a favor de la obra, encarada con tanta aprehensión, no dudó más y se comprometió en el camino trazado y salió adelante a pesar de los obstáculos. Este espíritu de fe estalla particularmente en el momento de su demisión. Y nos da sus motivos: «para dejar bien establecido el espíritu de fe, era necesario una superiora a quien no se obedezca por afecto natural, además para que yo misma dé ejemplo de obediencia, más eficaz que los discursos; al menos ahora podré hablar de esta virtud, como lo quería, sin estar molesta como estaba, porque me llegaba muy de cerca» (carta de 1853). Todas las fundaciones, particularmente las de África, han sido actos de fe y de gran confianza en Dios.

 

El legado de Emilie nos recuerda que nuestra vida sólo crece si está enraizada en Cristo, quien nos dice: «Yo soy la vid y vosotros los sarmientos. Quien permanece en mí y yo en él, produce mucho fruto; pues sin mí nada pueden hacer» (Jn 15, 5). Esto exige que nos comprometamos a vivir la oración, la meditación de la Palabra de Dios y el discernimiento. En esta búsqueda de silencio, de paz interior, la oración es fuente de fecundidad y de profunda felicidad. « Id a los pies de Jesús… para unirnos a Él, escucharlo en el fondo de nuestro corazón, pedirle nos ilumine, y quedar aún a sus pies, en silencio, escuchando atentamente sus inspiraciones… viviendo en la fidelidad, escuchar su voz y disponernos a servirlo». (NP - 29)

 

Para una reflexión compartida

-        El que vivía en Emilie y le hacía vivir, es el mismo que hoy, vive en nosotras. Ella encontró a Cristo en su camino de fe. El atravesó y transformó su vida. De esta experiencia de fe, ¿qué podemos retener para nuestra vida personal y comunitaria?

 

-        Parecernos a tí cada día más, por mi respuesta a una llamada concreta

La llamada de Jesus es concreta. Es una llamada a una vida de FE, compartida en relación con la de otros. No se trata sólo de dar una respuesta personal a una llamada personal, sino comprometerse en vistas a la misión. Hoy la sociedad espera ver en nosotras, el reflejo concreto del modo de actuar de Jesús y de su amor por cada persona. Toda nuestra vida podría manifestar la superabundancia de amor que nos lleve, si es necesario a «perder la vida» (cf. Jn 12,25), en respuesta a Aquel que fue el primero en “perderla” por nosotros. (cf. VC. 105) Pensemos en este momento en nuestros hermanos y hermanas, enfermas y en los que tienen dificultades en su misión.

 

Para una reflexión compartida

 

-        Jesús ¿es para mí, una presencia viva, cercana, apasionadamente amada?

-        ¿Hemos sido alcanzadas por Jesús, al punto que nuestras reacciones espontáneas, nuestras mínimas decisiones, nuestros deseos, nuestros juicios se inspiren en El?

 

 

-        Parecerme a Tí, cada día más en la misión: 

 

En la vida cotidiana, nos encontramos a menudo con condiciones de vida que nos permiten ver más de cerca, ciertas condiciones precarias de la sociedad. Muchas, en gran parte, en el terreno de la educación, en el mundo de la salud, del servicio social, de la causa por la mujer, en la lucha contra las injusticias y en todo tipo de tráfico de personas.

 

Al contemplar a María, ofreciendo el Niño Jesús a Dios y que escucha decir: «una espada traspasará tu corazón» (Lc 2,35), acerquémonos a Dios con todos esos mundos de sufrimiento, llenos de confianza y gratitud, para ofrecer nuestra vida y nuestra misión, personal y comunitariamente.

 

Queridas hermanas, queridos hermanos, oremos juntos, para que juntos, «obtengamos, con el espíritu de fe, la auténtica y sincera humildad sin la que no puede haber verdaderos discípulos de Jesucristo. Que esta virtud radical, sea la característica de nuestra vida y que nos ponga en posesión del Amor de Dios » (O - 67).

Os deseamos una Feliz fiesta, y os reiteramos nuestra comunión en la oración y en el cariño fraterno.

 

Vuestras hermanas del Equipo General de Animación.

 

Nuria, Anne Béatrice, Ivanete y Susana.

Fiesta de la vida consagrada en Castres

Castres

Fiesta de la Vida Religiosa en Castres

El día de la Vida Religiosa se celebraba este año en nuestra Casa Madre. Todas las religiosas estaban invitadas. Nuestro Vicario episcopal, ausente, pidió a Bernard Négrier, responsable de Castres Sud, que le remplazara.