Fuego Y  Palabra  -  Pentecostes 2016

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Recibieran una fuerza y serán mis testigos

de Susana Ramos Provincia Argentina Uruguay - 2 Octobre 2015

 

Los Seguidores permanecían unidos en compañía de algunas mujeres... Cf. Hc 18,7-13.

 

Ellos permanecían encerrados por miedo... Conf. Jn 20-19.

 

En ese contexto de encerramiento, de miedo, de no saber... acontece una de las manifestaciones más importante para el sentido histórico de la vida humana.

 

El Espíritu que irrumpe con la fuerza y la claridad del fuego, y la valentía profética de la palabra, inaugura una comunidad “en salida”, de cara al pueblo y a los pueblos de la tierra: "Recibirán la fuerza del Espíritu Santo que descenderá sobre ustedes, y serán mis testigos hasta los confines de la tierra". (cf. Hc1. 8).

 

Pentecostés es la acción en la que Dios se expande alcanzando a todos los humanos como pueblo, allí nace la Comunión universal como poder de Dios que urge al encuentro y al entendimiento.

 

La Iglesia-pueblo siempre necesitada de un nuevo PENTECOSTES, y en momentos donde está en juego la dignidad, el trabajo, la justicia, la vida, es el mismo Espíritu el nos recuerda que es el Padre amoroso de los pobres. El portador de humanidad y de salvación, en medio de la tierra.

 

Por medio del Espíritu se despliega una acción liberadora y comunitaria que crear libertad y comunión como fuerza histórica de amor que rompe los miedos, las amenazas, los silenciamiento, la mezquindad de los pocos que deja en la escases a los muchos. El no es una fuerza para una minoría feliz, es un Espíritu Compañero, amante del bien, dice la escritura:

 

 hay un espíritu inteligente, santo, único, multiforme, sutil,

ágil, perspicaz, sin mancha,

diáfano, inalterable, amante del bien, agudo,

libre, bienhechor, amigo de los hombres,

firme, seguro, sereno,

que todo lo puede, lo observa todo

y penetra en todos los espíritus:

en los inteligentes, los puros y hasta los más sutiles. (Sab. 7-22-23)

 

 

Este Espíritu defensor es ofrecido a todos, pero ni todos quieren ser parte del surgimiento de una comunidad de libertad y comunión interhumana, abierta a interioridad y a la creatividad. El Espíritu es la sabiduría misma encarnada en la vida, y su irrupción es movilizadora y transformadora de la realidad y de las estructuras de injusticia. El himno de la liturgia reza así

 

Esta es la hora

 

en que rompe el Espíritu el techo de la tierra,

 

 

 

y una lengua de fuego innumerable

 

 

 

purifica, renueva, enciende, alegra

 

 

 

las entrañas del mundo.

 

 

Esta es la fuerza

 

que nos pone en pie a la Iglesia en medio de las plazas

 

y levanta testigos en el pueblo

 

para hablar con palabras como espadas

 

delante de los jueces.

 

Llama profunda

 

 

 

que estructuras e iluminas el corazón del hombre;

 

restablece la fe con tu noticia,

 

y que el amor ponga en vela la esperanza,

 

hasta que el Señor vuelva.

 

(Liturgia de las Horas)

 

En tiempos como los que corren celebrar pentecostés es el compromiso de develar las fuerzas del mal, y explicita con la palabra y con la vida que mientras naturalicemos la injusticia y justifiquemos la desigualdad, nos estamos perdiendo la oportunidad de crear juntos la comunidad de bienes, inaugurar una esperanza sin techo y defender el sentido más pleno de la vida para todos y todas

 

Cuentan las crónicas que, cuando San Ignacio envió a San Francisco Javier al Oriente, le dijo: “Anda, a inflamar todas las cosas”. Entonces quizás hoy la invitación es hacer arder los corazones, los pensamientos y sentimiento, las acciones y los compromisos para que los bienes sean repartidos con justicia, y en ello se exprese nuestra alegría y nuestra libre libertad.

 

 

Pentecostes 2016